En un partido lleno de tensión y con dos expulsados, el xeneize se impuso con solvencia y con perder por la mínima diferencia el martes será campeón. Viatri, Palacio y Chávez marcaron para el vencedor, mientras que Solari igualó para los de Russo que quedaron eliminados. Tigre deberá ganar por dos goles para consagrarse. Riquelme y Vargas no serán parte de ese encuentro por haber llegado a la quinta amarilla.
Boca demostró que ganar siempre es negocio. Todas las especulaciones de la previa, producto de un triangular mal hecho, quedaron desechadas con este 3-1 final que dejó a los de Ischia al borde de una consagración y fuera de toda discusión a un San Lorenzo al que la suerte no lo acompañó en ningún momento de esta definición que ahora resucitó a un Tigre que sueña con la epopeya.
Las figuras de “cuchillo entre los dientes” o “partido a de vida o muerte” tuvieron su homenaje en el primer tiempo jugado entre San Lorenzo y Boca. Patadas, empujones, discusiones desmedidas y una vehemencia exacerbada fueron la característica de ese período que se aplacó en parte con el resultado del violento choque de cabezas entre Silvera (hasta ese momento el autor de la única situación de peligro con un testazo que se fue cerca) y Forlín. Fue tras un pelotazo irrelevante y ambos quedaron tendidos en el piso. El chico de Boca pareció llevar la peor parte, pero los dos salieron con cuello ortopédico.
Luego de ese parate las cosas parecieron serenarse, pero no por mucho tiempo. Las patadas y faltas fueron una constante en un partido que parecía tener sólo algo de desnivel por el lado de Dátolo, quien superó a Adrián González constantemente. De todos modos, todo era pura fricción. Hasta que, como suele suceder en estos casos, la pelota parada abrió el cerrojo.
Un córner de Riquelme encontró a Viatri en el primer palo, quien apareado con Bianchi, cabeceó al gol. Esa ventaja quemó los papeles de San Lorenzo que reaccionó en lo poco que quedó y logró jugar los instantes finales de cara a un García que no había visto la pelota.
El inicio del complemento encontró a un San Lorenzo dispuesto a jugársela ante la premura de un resultado que lo marginaba de todo. Allí, Solari fue el bastión y encontró cierta complicidad en Ledesma que jugó sus únicos acertados minutos de la tarde en ese breve lapso. Entonces llegó el empate tras un débil y centrado derechazo de Solari que se le escurrió entre las manos a García, en un error garrafal.
La igualdad todavía le convenía a Boca, pero la escena anímica era dominada totalmente por los de Russo que se encontraban a apenas un gol del campeonato. Ischia leyó bien el partido y mandó a la cancha a Palacio. El veloz delantero le respondió rápido en un contragolpe que armó Riquelme con un genial toque que dejó al bahiense de cara al posterior desnivel. Tanto crucial de un hombre que fue usado en cuentagotas por una lesión, pero que logró hacer su decisivo aporte.
Sin dudas que ese tanto culminó con todas las aspiraciones de un San Lorenzo agotado por haberse jugado el torneo en 72 horas y con una temperatura extrema. Esto se tradujo en protestas y consecuentes expulsiones de Aguirre y Bergessio.
El calculador Ischia tomó rápida nota del descontrol azulgrana e hizo su negocio. Puso a Chávez para aumentar ventajas y el chico le dio rédito sobre el cierre con un zurdazo esquinado que decretó las cifras finales y una ventaja final que puede valer un campeonato.
Ahora todo se culminará el martes. Cosa de dos, Boca y Tigre, pero con una clara ventaja para los de Ischia que perdiendo por un gol serán campeones. A los de Victoria no les queda otra que la hazaña, pero ésa será otra historia. La de hoy dejó al xeneize al borde del título y sin nada a un San Lorenzo que mastica bronca.
Boca demostró que ganar siempre es negocio. Todas las especulaciones de la previa, producto de un triangular mal hecho, quedaron desechadas con este 3-1 final que dejó a los de Ischia al borde de una consagración y fuera de toda discusión a un San Lorenzo al que la suerte no lo acompañó en ningún momento de esta definición que ahora resucitó a un Tigre que sueña con la epopeya.
Las figuras de “cuchillo entre los dientes” o “partido a de vida o muerte” tuvieron su homenaje en el primer tiempo jugado entre San Lorenzo y Boca. Patadas, empujones, discusiones desmedidas y una vehemencia exacerbada fueron la característica de ese período que se aplacó en parte con el resultado del violento choque de cabezas entre Silvera (hasta ese momento el autor de la única situación de peligro con un testazo que se fue cerca) y Forlín. Fue tras un pelotazo irrelevante y ambos quedaron tendidos en el piso. El chico de Boca pareció llevar la peor parte, pero los dos salieron con cuello ortopédico.
Luego de ese parate las cosas parecieron serenarse, pero no por mucho tiempo. Las patadas y faltas fueron una constante en un partido que parecía tener sólo algo de desnivel por el lado de Dátolo, quien superó a Adrián González constantemente. De todos modos, todo era pura fricción. Hasta que, como suele suceder en estos casos, la pelota parada abrió el cerrojo.
Un córner de Riquelme encontró a Viatri en el primer palo, quien apareado con Bianchi, cabeceó al gol. Esa ventaja quemó los papeles de San Lorenzo que reaccionó en lo poco que quedó y logró jugar los instantes finales de cara a un García que no había visto la pelota.
El inicio del complemento encontró a un San Lorenzo dispuesto a jugársela ante la premura de un resultado que lo marginaba de todo. Allí, Solari fue el bastión y encontró cierta complicidad en Ledesma que jugó sus únicos acertados minutos de la tarde en ese breve lapso. Entonces llegó el empate tras un débil y centrado derechazo de Solari que se le escurrió entre las manos a García, en un error garrafal.
La igualdad todavía le convenía a Boca, pero la escena anímica era dominada totalmente por los de Russo que se encontraban a apenas un gol del campeonato. Ischia leyó bien el partido y mandó a la cancha a Palacio. El veloz delantero le respondió rápido en un contragolpe que armó Riquelme con un genial toque que dejó al bahiense de cara al posterior desnivel. Tanto crucial de un hombre que fue usado en cuentagotas por una lesión, pero que logró hacer su decisivo aporte.
Sin dudas que ese tanto culminó con todas las aspiraciones de un San Lorenzo agotado por haberse jugado el torneo en 72 horas y con una temperatura extrema. Esto se tradujo en protestas y consecuentes expulsiones de Aguirre y Bergessio.
El calculador Ischia tomó rápida nota del descontrol azulgrana e hizo su negocio. Puso a Chávez para aumentar ventajas y el chico le dio rédito sobre el cierre con un zurdazo esquinado que decretó las cifras finales y una ventaja final que puede valer un campeonato.
Ahora todo se culminará el martes. Cosa de dos, Boca y Tigre, pero con una clara ventaja para los de Ischia que perdiendo por un gol serán campeones. A los de Victoria no les queda otra que la hazaña, pero ésa será otra historia. La de hoy dejó al xeneize al borde del título y sin nada a un San Lorenzo que mastica bronca.
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