Terminó de hablar, dio un par de vueltas y enfiló su mirada al túnel. Dejó salir al equipo y luego pisó fuerte y caminó tranquilo. Esta vez dejó su traje negro y se colocó algo deportivo. Al salir, sintió el viento acompañado de una ráfaga de flashes fotográficos y un cúmulo de personas encima de él y siguió. Apenas, al borde del banco de suplentes, se detuvo y levantó su mirada al cielo.
Así comenzó César Farías su carrera como técnico del equipo más importante de todos, la vinotinto, con la que alcanzaría su primer triunfo ante Haití.
Mucha tensión, nervios y ansiedad. Llegó el abrazo con el cuerpo técnico y los suplentes para escuchar el Himno y luego dos palmaditas de su maestro Lino Alonso, que no le mostró mayor afectividad para dejarlo sentir tranquilo.
Su compañero de lucha, Fabián Bazán, se acercó a darle la mano, en un gesto de suerte pero también un guiño de complicidad y agradecimiento por dejarlo a él vivir estos momentos.
Así arrancó Farías y su proyecto. Se volteó y se sentó en el banco pero ni 30 segundos duró. Rápidamente se ponía de pie para ver cómo Armando Maita fallaba un tiro cercano apenas comenzaba el encuentro. Se movió de un lado al otro, gesticuló y dio indicaciones como para que todo estuviese en orden.
Los primeros 15 minutos del juego de la selección fueron de lo mejor de la noche. Con propuestas claras, arranques por las bandas y movimientos laterales de sus delanteros, Venezuela creó espacios y generó ocasiones. Farías aplaudía y anticipaba el festejo.
Maita de nuevo sería protagonista, tomó la pelota y se la dejó servida de taco al "Zurdo" Rojas, que sólo con su inmensa categoría la amasó y perforó al arquero haitiano que despertó de golpe.
Farías elevó las manos y sonrió a su estilo. Acompañó al grupo de suplentes que quiso abrazar al Zurdo y esperó su momento. Ahí, al final de la fila, vio cómo todos se agrupaban y entonces le tocó a él. Rojas también lo sabía y le agradeció con un fuerte abrazo que denotó la descarga de confianza que el técnico le regaló al merideño.
A partir de ahí la noche fue distinta. A pesar de la mínima diferencia, para Farías no era vital el resultado. Algunas cosas le gustaron, otras no. Aprobó a la mayoría del grupo y se fue satisfecho con lo logrado. Por un lado, el hecho de poder cumplir su gran objetivo y por el otro, conseguir poner en cancha lo que para él será el futuro del fútbol nacional. Como el propio Farías lo asumió, el análisis del partido vendrá luego, el miércoles será otra historia.
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