Pese a jugar casi todo el segundo tiempo con un hombre menos, los de Ischia se llevaron el superclásico y siguen con chances de pelear por el título. Viatri (ST 15m) marcó el gol decisivo y el 10 xeneize, disminuido fisicamente, jugó un segundo tiempo fenomenal e hizo la diferencia en el juego. El local fue una sombra y se sumergió en el peor arranque de su historia en un campeonato.
Viatri hizo la diferencia en el resultado, pero Riquelme la gestó en el
Viatri hizo la diferencia en el resultado, pero Riquelme la gestó en el
El primer tiempo fue aburrido, mal jugado. Primó el miedo a perder. Tanto, que los dos expusieron falencias defensivas y no hubo acciones que derivaran en algún intérprete en posición de gol, en ninguno de los arcos. En esa coyuntura, Boca administró mejor la pelota bajo la batuta de Riquelme.
Con menos posesión, River fue más incisivo. Probó más sobre la valla rival y certificó las inseguridades del pibe García. La acción más clara en favor de los
Ischia reagrupó fuerzas con el ingreso de Calvo (defensor) en reemplazo de Gaitán (volante ofensivo). Y Simeone respondió con Andrés Ríos (delantero) por Augusto Fernández (mediocampista). Sin embargo, el rumbo buscado en el movimiento de piezas se vio condicionada por los estados de ánimo. El desconcierto se apoderó enseguida de River, que desnudó serios inconvenientes en su última línea y apenas preocupó con una arremetida del recién ingresado Ríos, cuyo intento se fue apenas desviado. Los locales no tuvieron recursos ni ideas para torcer el
Boca sintió la desazón rival, exhibió serenidad y con oficio disimuló la inferioridad numérica y manejó los tiempos del partido. Fue entonces que emergió la figura de Riquelme, genial y desequilibrante, pese a estar disminuido en lo físico. En los momentos más calientes del partido, el 10 puso la pelota bajo la suela y la administró con astucia e inteligencia. Jugó por él, por Ibarra y por todos, además de servirle el gol a Viatri. Como si fuera poco, estuvo cerca de ampliar el marcador en dos oportunidades: un rebate apenas desviado tras una buena acción individual y un tiro de esquina en el poste. Era su superclásico y la rompió. Una vez más, hizo feliz a Boca y amargó a River.
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