Importante victoria del Barcelona la conseguida en San Mamés. No sólo por los tres puntos, sino por a forma de conseguirlos. El conjunto azulgrana ha demostrado que también sabe ganar a base de trabajo, en un partido de más lucha que fútbol, con mucho físico y pocas ocasiones. El Barcelona ha demostrado que sabe ganar sin Messi y Xavi, con un once pensado para combatir más que para divertir. El Barcelona ha demostrado que puede ser un equipo tan serio como el que más, y el proyecto Guardiola, con encuentros como el de hoy, se fortalece a pasos agigantados.
La primera consigna de los de Caparrós era tan clara como complicada de llevar a cabo. Impedir que el Barcelona realizara su juego. Para ello era necesaria una gran dosis de esfuerzo físico. No hay otra receta más que correr, correr, no perder la concentración y seguir corriendo. El resultado fue un Barcelona incómodo en la primera mitad. Los blaugrana no se parecieron en casi nada a los de encuentros anteriores, entre otras cosas porque sus jugadores clave estaban donde menos les gusta jugar. Iniesta se vio condenado a jugar en la derecha, toda vez que Henry se fue a la izquierda y Eto'o fue la referencia en ataque. Es lo peor que tiene este Barça, pocos recambios naturales. Con el sistema de Guardiola, estas posiciones eran las más lógicas, pero lo lógico no es siempre lo natural.
En el centro Keita tuvo un encuentro desafortunado. Apenas colaboró en la elaboración del juego mientras estuvo sobre el césped, y tuvo que abandonar el terreno de juego a la media hora tras torcerse su rodilla derecha en un mal gesto. Tiene mala pinta lo del marfileño, que fue sustituido por Busquets. El inconveniente obligó una vez más a una reestructuración poco natural de los barcelonistas. El recién incorporado se situó en la derecha, mientras que Víctor Sánchez, bastante desubicado en esta primera mitad, se fue a la izquierda. La cosa siguió más o menos por los mismos derroteros.
El Ahtletic estaba cumpliendo la primera parte de su plan. La otra consistía en enviar la bola a Yeste y Garmendia en la creación, o en su defecto a Llorente, para que se buscara la vida e intentara forzar alguna falta con peligro. Un par de veces lo consiguió y de ese modo llegaron las mejores ocasiones del Athletic, en un par de lanzamientos desde la frontal de David López y Yeste. En ambos casos, un enorme Valdés se interpuso con sendas estiradas.
Tuvo sus momentos el Barça. Sobre todo en el primer cuarto de hora y al final, cuando Iniesta recuperó su posición idónea en el lado izquierdo del ataque. El manchego tuvo una de las mejores ocasiones del Barcelona en la primera parte, en un tiro lejano que Iraizoz se encargó de solventar. Pero al cancerbero la mayor parte del trabajo le llegó de las botas de Eto'o, muy activo, un tanto individualista, pero siempre peligroso. El camerunés tuvo el gol en un lanzamiento desde la frontal tras un buen regate a Amorebieta, pero Iraizoz no quería ser menos que su colega del equipo rival y posibilitó que el empate campeara en el marcador al descanso.
Aflora el talento de Iniesta y Henry
No había motivos aparentemente para cambiar. Eso debía pensar Caparrós tras la primera mitad y los primeros minutos de la reanudación. Pero el partido estaba cambiando de forma sutil por momentos. Y lo hacía al ritmo que marcaba un fuera de serie que de forma lamentable, por no decir penosa, no está en la lista de los 30 candidatos al Balón de Oro. Andrés Iniesta, ahora sí anclado en la banda izquierda, comenzaba a hacer de las suyas, a hacerse notar, y a cargarse a sus espaldas el peso de todo un Barcelona. A golpe de clase, el pequeño genio comenzó a inclinar la balanza.
Con el paso de los minutos, lo visitantes fueron encontrando más espacios. Era imposible realizar una defensa perfecta durante noventa minutos, simplemente porque no hay cuerpo que lo aguante. Fue entonces cuando salió a relucir la calidad de otro fenomenal futbolista al que muchos dan por muerto, pero en el que Guardiola ha puesto toda su confianza. Hablamos de Thierry Henry. En una jugada aparentemente intrascendente, el francés deshaciéndose de rivales hasta encontrar el desmarque de Eto'o, que ya había avisado y no volvió a perdonar. Con un zurdazo imparable adelantó el camerunés al Barcelona. En el camino se había quedado Amorebieta, que estaba teniendo una noche para olvidar.
Es cierto que el Barcelona no exhibía una superioridad brutal, pero tampoco le hizo falta. El Athletic se descomponía por momentos y ya sólo quedaba la esperanza de una jugada a balón parado o un error garrafal de la zaga blaugrana. O ambas, que algún aviso habían dado ya Márquez y Piqué. Seguía la pelea por controlar el centro del campo, pero cada vez encajaba más golpes el Athletic, en parte gracias a un Touré que se fue adueñando de la medular cuando al resto las fuerzas comenzaban a fallarles. En una recuperación del marfileño tuvo la sentencia Eto'o tras un gran pase de Iniesta.
Finalmente no echó en falta ese tanto el Barça. Los locales continuaron hasta el final con su inoperancia ofensiva y el marco de Valdés no pasó por apuros de última hora. Por primera vez en la temporada el marco del Barcelona terminaba a cero un encuentro, y gran parte de culpa era del guardameta. El Athletic volvió a cosechar una derrota en su feudo, y van tres, lo que les hunde en los puestos de descenso, mientras que el Barcelona sale un año más victorioso del clásico de San Mamés y se sitúa tercero en la clasificación.
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