Sin Riquelme, el equipo de Ischia fue oportuno y marcó la diferencia con goles de Dátolo y Gracián en la primera parte. Así alcanzó la punta junto con River. Sobre el final, César González descontó para los santafesinos, que tuvieron otra floja labor antes de la asunción de Mohamed y siguen en zona de Promoción.
Sin Riquelme y varias de sus mejores figuras, a Boca le alcanzó con un par de destellos para sacarse de encima a un Colón que sigue de oferta. No hubo lujos. Ni siquiera un funcionamiento convincente. Se cumplió la premisa de ganar para capitalizar la derrota de Vélez a manos de River, saltar a la punta junto con su rival de toda la vida y dejar atrás la derrota en Chile por la Libertadores. Y eso fue suficiente para permitirse una sonrisa.
El camino hacia la victoria se allanó merced a una carambola. Dátolo ingresó en el área y sacó un derechazo defectuoso, Blázquez dio rebote y la pelota le volvió a caer justa al zurdo, quien con su pierna hábil tampoco le alcanzó a pegar bien, pero igual entró mordida junto al ángulo superior izquierdo. La ventaja tranquilizó a Boca, que sin la manija de Riquelme ya había quebrado a un equipo que en apenas seis minutos y con todas sus limitaciones a cuestas se veía obligado a cambiar su plan de partido.
Entonces Boca jugó tranquilo y con espacios, pero no logró construir un buen funcionamiento. Con su principal estrella fuera de la cancha, el pelotazo a Palermo se convirtió en una tentación y atrás sufrió con la tarea de Iriarte sobre el sector izquierdo, aunque el pibe Roncaglia se acomodó rápido y se acopló bien con Morel Rodríguez. Igual, Colón jamás llegó a generarle verdadero peligro. Rodrigo Díaz no encontró socios para potenciar sus esporádicos pincelazos y Gandín quedó muy aislado.
Cuando al desarrollo le faltaban vibraciones, un nuevo pelotazo a Palermo derivó en lagenialidad de Gracián que le bajó la persiana al partido. El goleador se la bajó al sustituto de Riquelme, quien desairó a Aguilar con un enganche, desparramó a Blázquez con un nuevo amague y tocó al segundo gol, en una conquista muy esperada por él y su desafío de revalidar su utilidad en el equipo. Con el 2-0, la sentencia parecía llegar por anticipado.
Obligado por la desventaja, Colón se adelantó en el complemento, pero la mano no cambió. La visita tardó casi una hora en generar una situación de riesgo en su favor: Díaz la tuvo en un derechazo que le tapó Caranta. Desde el banco tampoco llegaron las respuestas. Ingresó Cardetti por Prediger para sumar en ataque, pero los santafesinos mantuvieron su inexpresividad.
Boca pisó fuerte a partir de la faena del colombiano Vargas, el mejor jugador de la tarde, siempre bien ubicado y preciso en la distribución. Dátolo disimuló sus intermitencias con despliegue y voluntad y casi consigue su segunda conquista en un zurdazo cruzado que Aguilar salvó en la línea. Hubo tiempo para que Palermo desperdiciara una inmejorable oportunidad (a un metro del arco y con Blázquez vencido tiró la pelota afuera, tras un preciso centro de Boselli por abajo) para seguir engrosando su registro goleador. Castromán hizo muy poco y fue reemplazado por Chávez, quien se mostró como una interesante alternativa en ataque. Sobre la hora, el venezolano González, en posición adelantada, achicó las diferencias con un frentazo para la estadística. Boca ya había empezado a sonreír.
Sin Riquelme y varias de sus mejores figuras, a Boca le alcanzó con un par de destellos para sacarse de encima a un Colón que sigue de oferta. No hubo lujos. Ni siquiera un funcionamiento convincente. Se cumplió la premisa de ganar para capitalizar la derrota de Vélez a manos de River, saltar a la punta junto con su rival de toda la vida y dejar atrás la derrota en Chile por la Libertadores. Y eso fue suficiente para permitirse una sonrisa.
El camino hacia la victoria se allanó merced a una carambola. Dátolo ingresó en el área y sacó un derechazo defectuoso, Blázquez dio rebote y la pelota le volvió a caer justa al zurdo, quien con su pierna hábil tampoco le alcanzó a pegar bien, pero igual entró mordida junto al ángulo superior izquierdo. La ventaja tranquilizó a Boca, que sin la manija de Riquelme ya había quebrado a un equipo que en apenas seis minutos y con todas sus limitaciones a cuestas se veía obligado a cambiar su plan de partido.
Entonces Boca jugó tranquilo y con espacios, pero no logró construir un buen funcionamiento. Con su principal estrella fuera de la cancha, el pelotazo a Palermo se convirtió en una tentación y atrás sufrió con la tarea de Iriarte sobre el sector izquierdo, aunque el pibe Roncaglia se acomodó rápido y se acopló bien con Morel Rodríguez. Igual, Colón jamás llegó a generarle verdadero peligro. Rodrigo Díaz no encontró socios para potenciar sus esporádicos pincelazos y Gandín quedó muy aislado.
Cuando al desarrollo le faltaban vibraciones, un nuevo pelotazo a Palermo derivó en lagenialidad de Gracián que le bajó la persiana al partido. El goleador se la bajó al sustituto de Riquelme, quien desairó a Aguilar con un enganche, desparramó a Blázquez con un nuevo amague y tocó al segundo gol, en una conquista muy esperada por él y su desafío de revalidar su utilidad en el equipo. Con el 2-0, la sentencia parecía llegar por anticipado.
Obligado por la desventaja, Colón se adelantó en el complemento, pero la mano no cambió. La visita tardó casi una hora en generar una situación de riesgo en su favor: Díaz la tuvo en un derechazo que le tapó Caranta. Desde el banco tampoco llegaron las respuestas. Ingresó Cardetti por Prediger para sumar en ataque, pero los santafesinos mantuvieron su inexpresividad.
Boca pisó fuerte a partir de la faena del colombiano Vargas, el mejor jugador de la tarde, siempre bien ubicado y preciso en la distribución. Dátolo disimuló sus intermitencias con despliegue y voluntad y casi consigue su segunda conquista en un zurdazo cruzado que Aguilar salvó en la línea. Hubo tiempo para que Palermo desperdiciara una inmejorable oportunidad (a un metro del arco y con Blázquez vencido tiró la pelota afuera, tras un preciso centro de Boselli por abajo) para seguir engrosando su registro goleador. Castromán hizo muy poco y fue reemplazado por Chávez, quien se mostró como una interesante alternativa en ataque. Sobre la hora, el venezolano González, en posición adelantada, achicó las diferencias con un frentazo para la estadística. Boca ya había empezado a sonreír.
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