Martín Palermo eludió sus limitaciones técnicas, dejó atrás dos graves lesiones y en el apogeo de su carrera definió de penal su gol número 180 en Boca Juniors, con el que igualó el récord de máximo artillero en la era profesional de ese club.
Sin embargo, algunos expertos en estadísticas insisten en que le faltan más de una docena para romper la marca.
Palermo, de 34 años, anotó el gol del triunfo 1-0 en la visita a Gimnasia y Esgrima por la cuarta fecha del torneo Clausura y alcanzó a Francisco Varallo, que jugó entre 1931-39.
Sin embargo, algunos historiadores le atribuyen 194 a Varallo, ya que cuentan 14 tantos convertidos en torneos oficiales de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y copas internacionales ya desaparecidos.
De hecho, el máximo artillero en la historia de Boca es Roberto Cherro con 218 goles entre 1926 y 1938, pero más de la mitad anotados en la era amateur.
A los 41 minutos el ``Titán'' ejecutó la pena con un potente zurdazo al ángulo, pero contra lo esperado eligió un festejo muy modesto: se paró de frente a la tribuna visitante y levantó los brazos. Los hinchas mostraron unos carteles con la leyenda ``Palermo 180 goles''.
De 1,88 metros de estatura, poco dúctil con las piernas y de movimientos toscos, Palermo pasa desapercibido fuera del área. Pero en su territorio se vuelve un depredador implacable: ha marcado goles de cabeza, su arma más letal, de zurda o derecha, de chilena, de taco y recientemente hasta uno colgado del travesaño en un clásico veraniego ante River Plate.
Su extensa carrera incluye gestas y caídas, que bien servirían para el libreto de una película.
Llegó a Boca en 1997 procedente de Estudiantes y su primer gol fue a Independiente. Un año después fue el máximo artillero del torneo Apertura con 20 tantos, una marca hasta ahora nunca igualada.
Su eficacia le permitió vestir la camiseta de la selección argentina, pero la experiencia resultó funesta: erró tres penales ante Colombia en la Copa América de 1999, algo inédito en la historia del fútbol mundial.
Ese mismo año sufrió la rotura de ligamentos ante Colón. Aún lesionado, anotó de penal su tanto número 100 en el fútbol argentino.
Regresó a las canchas seis meses después con un gol en el recordado triunfo por 3-0 ante River Plate por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Aún hoy, los hinchas boquenses lo consideran el mejor de su cosecha, incluso por encima del doblete al Real Madrid en la Copa Intercontinental 2000.
El romance terminó en el 2001 cuando fue transferido al Villarreal de España. Boca nunca le encontró reemplazante y Palermo no tuvo la misma eficacia en tierras europeas. Para empeorar las cosas, se desmoronó una tribuna cuando celebraba un gol con el ``submarino amarillo'' y ello le provocó una grave fractura.
Sus caminos se reencontraron en el 2004 y parece que sólo el retiro podrá separarlos ya que la dirigencia planea hacerle un contrato de por vida, similar al que Raúl firmó con el Real Madrid días atrás.
Palermo es el máximo goleador en actividad del fútbol argentino (a los tantos en Boca hay que agregarle 34 con Estudiantes) y en la tabla histórica está en el puesto 15to.
Sin embargo, algunos expertos en estadísticas insisten en que le faltan más de una docena para romper la marca.
Palermo, de 34 años, anotó el gol del triunfo 1-0 en la visita a Gimnasia y Esgrima por la cuarta fecha del torneo Clausura y alcanzó a Francisco Varallo, que jugó entre 1931-39.
Sin embargo, algunos historiadores le atribuyen 194 a Varallo, ya que cuentan 14 tantos convertidos en torneos oficiales de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y copas internacionales ya desaparecidos.
De hecho, el máximo artillero en la historia de Boca es Roberto Cherro con 218 goles entre 1926 y 1938, pero más de la mitad anotados en la era amateur.
A los 41 minutos el ``Titán'' ejecutó la pena con un potente zurdazo al ángulo, pero contra lo esperado eligió un festejo muy modesto: se paró de frente a la tribuna visitante y levantó los brazos. Los hinchas mostraron unos carteles con la leyenda ``Palermo 180 goles''.
De 1,88 metros de estatura, poco dúctil con las piernas y de movimientos toscos, Palermo pasa desapercibido fuera del área. Pero en su territorio se vuelve un depredador implacable: ha marcado goles de cabeza, su arma más letal, de zurda o derecha, de chilena, de taco y recientemente hasta uno colgado del travesaño en un clásico veraniego ante River Plate.
Su extensa carrera incluye gestas y caídas, que bien servirían para el libreto de una película.
Llegó a Boca en 1997 procedente de Estudiantes y su primer gol fue a Independiente. Un año después fue el máximo artillero del torneo Apertura con 20 tantos, una marca hasta ahora nunca igualada.
Su eficacia le permitió vestir la camiseta de la selección argentina, pero la experiencia resultó funesta: erró tres penales ante Colombia en la Copa América de 1999, algo inédito en la historia del fútbol mundial.
Ese mismo año sufrió la rotura de ligamentos ante Colón. Aún lesionado, anotó de penal su tanto número 100 en el fútbol argentino.
Regresó a las canchas seis meses después con un gol en el recordado triunfo por 3-0 ante River Plate por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Aún hoy, los hinchas boquenses lo consideran el mejor de su cosecha, incluso por encima del doblete al Real Madrid en la Copa Intercontinental 2000.
El romance terminó en el 2001 cuando fue transferido al Villarreal de España. Boca nunca le encontró reemplazante y Palermo no tuvo la misma eficacia en tierras europeas. Para empeorar las cosas, se desmoronó una tribuna cuando celebraba un gol con el ``submarino amarillo'' y ello le provocó una grave fractura.
Sus caminos se reencontraron en el 2004 y parece que sólo el retiro podrá separarlos ya que la dirigencia planea hacerle un contrato de por vida, similar al que Raúl firmó con el Real Madrid días atrás.
Palermo es el máximo goleador en actividad del fútbol argentino (a los tantos en Boca hay que agregarle 34 con Estudiantes) y en la tabla histórica está en el puesto 15to.
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